Arrancar un nuevo año es el momento ideal para pensar qué nos gustaría lograr de nuestra vida y ver qué hicimos hasta ahora.
Si cerramos nuestros ojos e imaginamos nuestra vida en 3 años, ¿cómo nos vemos? Y si revisamos lo que hicimos hasta hoy ¿estamos en camino a lograrlo?
Por lo general soñamos lo que queremos ser o lograr: “quiero empezar el gimnasio” o “quiero tener más dinero”. Pero tendemos a no preguntarnos cómo hacer realidad esas afirmaciones.
Para que esos deseos y sueños no se vayan con el viento, es necesario que planifiquemos estratégicamente. Se trata de armar una hoja de ruta que nos oriente a lo que queremos ser. Cuando tenemos una guía con las acciones a realizar y un horizonte claro, todo se vuelve más sencillo.
El hábito de planificar es uno de los más importantes, puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. Además es vital para mantener el enfoque a largo plazo y lograr los objetivos planteados.
¿Cómo hacemos esa planificación?
- Analizar lo que logramos hasta ahora. Tenemos que hacer un balance del último año, tanto de las cosas buenas como de las no tan buenas.
- Visualizar a dónde queremos llegar. Para esto es importante pensar cuál es nuestra misión (para qué estamos en este mundo) y nuestra visión (cómo alcanzamos esa misión).
- Definir objetivos para este año. Cuando sabemos a dónde queremos ir (o al menos tenemos una idea), es más fácil plantear qué queremos lograr específicamente este año.
- Armar una hoja de ruta. Tenemos que pensar qué actividades o decisiones debemos tomar para alcanzar esos objetivos. Lo importante es que sean cuestiones que podamos realizar y estén definidas en el tiempo.
- Pasar a la acción. Si nos quedamos en los papeles, no vamos a alcanzar nuestros objetivos. Tenemos que activarnos y rodearnos de gente que nos sume valor y nos potencie para logar nuestra mejor versión.
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