Escenarios ¿paradisíacos o escalofriantes?

Por Carlos DellAquila

Es de noche, tenés 7 años y estas durmiendo sólo en tu habitación. Algo te despierta. Abrís los ojos y todo está oscuro. No ves nada, pero sentís que hay algo por ahí. Te parece sentir algo o alguien o una “cosa”. Tu corazón palpita más fuerte y más rápido. Te querés volver a dormir y olvidarte de lo que sentís. Te acurrucás y te querés tapar todo. Lo hacés pero te das cuenta que es peor porque si hay algo, ni siquiera lo verás venir. Tu respiración se acelera, casi podrías decir que estás llorando o a punto de llorar.

¡Y se hizo la luz! Tu mamá o tu papá algo sintieron también, algún ruido hiciste y aparecieron a tu rescate. Prendieron la luz y ahí pudiste ver tu habitación. Te diste cuenta que no había nada de que temer y que seguramente el ruido que sentiste fue alguno de tus juguetes que se acomodó. El susto ya pasó, tu miedo se calmó, en breve tu sueño volverá y mañana será otro día.

¿Te resulta familiar esta situación? ¿Alguna vez la sentiste?

¿Y qué nos pasa ahora? ¿qué nos pasa con las crisis? ¿qué nos pasa con los escenarios?

Muchos de nosotros tenemos miedo a mirar algunos escenarios, los negamos y minimizamos usando artilugios racionales para descartarlos y no tenerlos en cuenta.

Cuando descartamos escenarios sin siquiera analizarlos, debilitamos la estrategia y perdemos opciones.

En los talleres usamos un ejercicio donde los asistentes trabajan de a pares:

  • Uno es el que explica y expone la problemática que tiene.
  • El otro es el “EXPLORADOR”. Una persona que no está en el problema y su función es transitar los caminos posibles, caminarlos, ir hacia delante en el tiempo y comentarle al otro lo que ve.

¿Por qué un explorador? Porque la persona que tiene el problema (yo, usted, todos) somos como ese niño del que hablé al principio. Tenemos miedo de lo que “podría ser” y lo negamos. Hacemos un esfuerzo enorme para que desaparezca, nos queremos “volver a dormir” pero el tema sigue ahí afuera, sin resolución hasta que alguien prende la luz y podemos “ver”.

El explorador es la persona que con una linterna en el casco va y mira. Observa el negocio del otro, los futuros posibles y todas las posibilidades. Y siempre establece los extremos: cerrar, vender, sucumbir o invertir, crecer, comprar, entre otros.

En el medio están las infinidades de caminos que el buen explorador tiene que ir generando. Es un arte. Todos los escenarios deben ser explorados.

Y obviamente muchos serán descartados, pero no por miedo sino porque luego de analizarlos concluimos que son poco probables y/o el costo/beneficio así lo indica.

¿Y si alguno es catastrófico pero plausible? ¡OK! El problema del tsunami es no verlo venir, no haber podido tomar medidas, y no anticiparlo. En estos casos, se arman planes de mitigación, planes B, C y hasta W. Y se va actuando en la medida en que la realidad nos da la información que nos permite ir maniobrando sobre las distintas alternativas.

El peor miedo es el que sentimos cuando no vemos otra opción que “esperar a que pase” y cuando además ese tiempo de espera está fuera de nuestro control.

La proactividad estratégica es el mejor antídoto, y su formato mas práctico es trabajar con escenarios.

Estamos para ayudarte

En este contexto de incertidumbre que tiende a paralizarnos, te invitamos a una sesión gratuita de 30 minutos con parte de nuestro equipo profesional para conocer tus necesidades y armar una solución a medida. Podés agendarla en el momento que prefieras.

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