Oxímoron: un final abierto

Por Lic. Verónica Herrera

Había un tema muy escuchado que se ponía en cada evento de cierre (despedidas de año fundamentalmente, sobre todo egresos). “Los generación X”  lo recordaran más claramente: “Todo concluye al fin…. Todo  tiene un final… todo termina…”

Si bien el tema era un poco “bajón” porque nos recordaba un cierre, una terminación, creo que un poco nos atravesaba, porque vale decir, paradójicamente nos provocaba ese “sabor agridulce” que cobran los finales de aperturas.

Llega esta altura del año, y pareciera que nos invita a realizar un recuento de las cosas, de las actividades realizadas y las que no, una suerte de repaso de acciones, pensamientos, eventos, trabajo, y tendemos a hacer un zapping de lo acontecido en el año.

En el campo de la Psicología se escribe mucho sobre procesos, no cierres, ni puntos finales, ya que la personalidad no es algo acabado, la singularidad no es algo que empieza y termina, sino que es dinámico, en un continuum, en constante transformación. No obstante, me gusta pensar en la necesidad de cronológicamente dar cierre para poder a su vez, hacer un balance final que nos posibilite abrir puertas, proyectar, y nos recargue las energías para un 2021 que impliquen desafíos, metas, cambios, aires nuevos….

Este año fue muy particular, además de los avatares propios de la época, se suma el hecho de la contingencia sanitaria que nos atravesó (y continúa atravesándonos) y es precisamente este segmento cronológico entre fin y principio que nos encuentra haciendo un repaso de los cambios, de los desafíos que implicó y de lo que tuvimos que aprender para adaptarnos a un nuevo contexto que probablemente, no estaba trazado en los objetivos del balance del año anterior.

Será la próxima meta, leer estos balances en clave de cierre apertura para que nos permita ver cómo nos posicionamos en el presente para reforzar los aspectos positivos del año y qué hacemos distinto para modificar aquellos que nos resultaron negativos.  Al respecto, dice la colega Fernanda Font que “el bienestar se construye, no viene dado y hay cosas que se pueden hacer para estar mejor: expresar gratitud, tomar la decisión de terminado el año, decirle gracias a las personas a las que estamos agradecidos. También desarrollar el optimismo y las emociones positivas, cuidar las relaciones sociales, tratar de vivir en el presente y fijar objetivos alcanzables para el año que empieza”.

Hablar de finales abiertos entonces es un oxímoron, porque es como decir el principio del fin, pero entre tanto, nos da la posibilidad de poner un punto seguido, una marca para dar comienzo a otra.  Estos finales abiertos que suponen un estímulo para imaginar cómo continuará la historia, que permiten entender que esa historia no ha terminado del todo, y entonces es un aliciente a la vez pensar en términos de eso que nos da esperanzas, nos recarga de energías, nos proyecta y nos transporta al próximo segmento cronológico que se avecina: el porvenir….